Barcelona y Atlético en una montaña rusa de goles …

Hay cosas que Flick jamás podrá borrar de su mente futbolística, como el arranque hilarante y desastroso de su equipo contra el Atlético de Madrid. Parecía que los culés todavía estaban tomando el café cuando, a los 21 segundos, ya tenían un cabezazo rojiblanco amenazando su área, y 30 segundos después, llegaba la puntilla en forma de gol cortesía del Atlético. Al pobre Cubarsí lo superaron por arriba como si estuviera en una clase de acrobacias y en tan solo 50 segundos, ¡zas!, ya iban abajo en el marcador.

Pero la función de circo no terminó ahí: a los cinco minutos, el Atlético marcó de nuevo, esta vez con la ayuda involuntaria de Koundé, quien parece tener un «kit de errores infantiles» para ofrecer en cada partido. El Barça, con una defensa más inquisitiva que efectiva, se olvidó de cómo detener las contras rivales. Flick debería patentar su fórmula de «cómo deshacer un planteamiento en tiempo récord». El pobre alemán tiene trabajo por delante si quiere que su equipo compita sin necesidad de un desfibrilador emocional cada partido.

Algunos errores de Ferran Torres también pusieron la guinda al espectáculo. Primero falló un mano a mano con Musso, que fue más un pase que un tiro, y después, solo ante el arco vacío, tal vez pensó que el portero aún estaba allí por arte de magia.

Por supuesto, Griezmann, siempre encantado de actuar en el Camp Nou, exhibió su calidad con pases milimétricos y un gol que dejó claro que, con el balón en los pies, todavía tiene truquitos para mostrar.

El Barça logró remontar temporalmente gracias a su dominio del manual de «estrategias que sí funcionan», anotando dos goles de córner diseñados en el laboratorio de Xavi. Cubarsí decidió que ya era hora de dejar de ser blanco de burlas y mostró su mejor salto, mientras que Íñigo Martínez aprovechó su oportunidad de oro con un cabezazo de manual.

Sin embargo, sin Pedri en el campo, el Barça se transformó en un grupo de escolares tratando de controlar una pelota enjabonada, despilfarrando así una remontada que solo duró un parpadeo. Pedri fue el motor de esta máquina azulgrana, pero una vez apagado, el tren perdió rumbo. Resumiendo, fue un festín de goles, errores y pura diversión. No apto para cardíacos, ¡pero perfecto para carcajadas!