Una noche de goles, giros y drama futbolístico…
¿Habéis visto alguna vez una serie de suspense donde cada episodio termina con un cliffhanger? Pues eso fue exactamente el partido de ayer entre el Barcelona y el Atlético. Montjuic se convirtió en el escenario perfecto para un culebrón futbolístico que ni Alfred Hitchcock podría haber dirigido mejor.
Todo comenzó con Julián Álvarez, el actor principal de este dramón que aparece en partidos grandes como quien no quiere la cosa. Claro, se plantó en el campo con la determinación de un protagonista dispuesto a cambiar el destino del Barcelona en cuestión de minutos. Pero este episodio no se iba a resolver tan fácilmente. No, no, querido televidente, esto era solo el tráiler.
Hansi Flick, siempre tan elegante en el banquillo, tuvo la genial idea de construir un Barça que parece haber tomado clases de boxeo con Rocky Balboa. Reciben golpe tras golpe pero se mantienen en pie y, quién lo diría, sin gritar «¡No puedo más!». De repente, Lamine Yamal entra en escena y decide jugar un papel fundamental, como ese personaje secundario que de repente se roba el show y te deja con la boca abierta. Y si pensabas que el guion no podía mejorar, Pedri se encargó de ponerle un ritmo que hizo que todos bailaran a su ritmo.
Pero, ¿y Simeone? En esto es como el director de una película de acción que sabe exactamente cuándo hacer explotar un coche. Con cada cambio que hizo, el partido se transformó, complicando la vida a un Barcelona que, francamente, estaba perdiendo más guiones de telenovela que el que sobraba en la trama.
Al final, la situación parecía tan improbable que aquello terminó en empate, pero no antes de que Sorloth, el rey de los spoilers, decidiera hacer acto de presencia y recordarnos que vale más que cinco finales de temporada juntos. De esos jugadores que parecen decir: «No es cómo empiezas, es cómo terminas».
¿Qué vamos a hacer exceptuando esperar al próximo episodio —quiero decir, partido— el 2 de abril? Con tanta emoción en una sola noche, necesitamos un mes para recuperar el aliento. Sólo queda preguntarse qué drama nos dará Montjuic la próxima vez. ¿Será una comedia romántica? ¿Un thriller psicológico? ¡Sólo el balón lo dirá!