Kovac analiza duelo y reencuentros…
Niko Kovac llegó al estadio olímpico Lluís Companys con más expectativas que un niño en una tienda de chuches, listo para enfrentar al Barça al día siguiente. Dicen las malas lenguas que el equipo alemán decidió hacer estiramientos y yoga en Dortmund, ya que intentar entrenar al lado de la Sagrada Familia era demasiado desconcentrante. Con más bajas en plantilla que un circo sin payasos, Kovac se lamenta por las ausencias de Schlotterbeck, Sabitzer y Mane, y descubre que Pascal Gross estará mirando todo desde las gradas.
Por otro lado, el misterioso Hansi Flick parece haber fundado un club de admiración entre él y Kovac. Ambos se respetan como dos sabios ermitaños que hablan en una lengua secreta hecha de pases de balón y estrategias. Sin embargo, Kovac, con la astucia de un gato de Cheshire, asegura que su equipo ha estudiado el juego del Barça como quien desmenuza un manual de perfectas locuras futbolísticas; están listos para dar sorpresas de esas que dejan al público boquiabierto y con el caramelo en el suelo.
Mientras el aterrizaje de Flick al Barça parece un éxito igual al de un flamenco en una piñata, Kovac confía en que sus jugadores corran como ardillas caffeínicas por el campo y logren iluminar el camino hacia la victoria. Eso sí, entre risas y juegos, ambos entrenadores saben que el partido será más reñido que una competición de tangram entre gatos. La esperanza está servida, y todo mundo espera que el duelazo sea más emocionante que ver caer una abuela del bingo.