Un Barça que pasa de hazmerreír a máquina letal…
Corría el año de las desgracias, y el Barça parecía haber tomado un curso acelerado de payaso de circo, regalando goles más rápido de lo que un mago saca conejos de un sombrero. El pobre Flick hasta se quedó con una tortícolis de tanta celebración goleadora, fraternizando con la portería blaugrana al ritmo de un 8-2 que ni las calculadoras podían procesar. Era la época en que los memes del Barça salían a pasear más que la leche en el supermercado. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, ahora les ha salido una musculatura de Hércules que impone tanto respeto como el latido de las botas de Messi en el Camp Nou.
Lo que ahora enorgullece a los blaugranas es un equipo que ha encontrado la fórmula mágica de convertir el balón en una extensión de sus pies. Son una auténtica fábrica de fútbol ofensivo de tantas naciones que parece un cóctel de fútbol total. Entre robos de balón, dejadas de espinela y una energía que haría palidecer hasta a las baterías recargables, se han vuelto más complicados de detener que una patineta a toda velocidad cuesta abajo. El ritmo endiablado que imprimen se ha convertido en la pesadilla de cualquier rival en Champions mientras la afición aplaude deseando más espectáculo.
Mientras tanto, los rivales, como el Dortmund, sufren pesadillas en amarillo y negro, como soñando con un festival de camisetas azulgranas danzantes que los persiguen sin tregua. La recuperación que ha sorprendido a medio universo resulta en partidos donde el equipo rival parece estar atrapado en un juego de atrapa la pelota, solo que la pelota, al igual que los artilugios mágicos de Harry Potter, siempre termina en los pies del Barça. Y así, el club, emulando al Ave Fénix, ha resurgido de sus cenizas futbolísticas, convirtiendo las burlas de antaño en aplausos ensordecedores.