El arte de convertir un partido en un thriller…

Lo del Barça en Dortmund fue como ver una película donde el protagonista siempre está en peligro de extinción. Sin balón y con la defensa haciendo huelga invisible, los culés se pusieron a regalar goles como si fueran caramelos el Día de Reyes. Mientras tanto, el Borussia, como un cazador experto con un mapa del tesoro, soñaba con una remontada de esas que se cantan en las tabernas. Al final, Flick y sus muchachos lograron salir del apuro, como el héroe que por fin encuentra las pilas del mando a distancia, ¡y vuelven a las semifinales de la Champions seis años después de aquel teatrillo en Liverpool!

Ay, el misterio de Iñigo… Flick decidió darle el día libre a su defensor estrella, quizás pensando que su equipo podía manejarlo sin él. Bueno, no salió exactamente como planeado: tres goles encajaron como si fueran el mismísimo queso suizo. Y eso que no se lanzaron al ataque como si tuvieran un cohete en la espalda, sino todo lo contrario. Más les valdría haberse llevado un chubasquero porque la caída de goles en su red iba camino de convertirse en legendaria. Ser defensa del Barça, un trabajo no apto para cardiacos.

El fenómeno Lewandowski, mientras tanto, vivió un partido donde la grada le daba la bienvenida con silbidos tan intensos que podrían haber sido convertidos en un CD de música moderna. Pero el polaco es como ese amigo que llega a una fiesta y se lleva todos los canapés: a pesar de tanta hostilidad, se va contento porque el Borussia es su pastel favorito, con 29 goles a sus espaldas. Dudo que haya en Alemania quién le tema más, ni el gato al agua. Mientras tanto, ¡Guirassy decide que si se va, se va a lo grande! Hat trick como broche de oro, dejando su firma como pichichi de la Champions antes de coger el vuelo de vuelta. ¡Este chico tiene más pólvora que los fuegos artificiales de la Nochevieja en Sydney!