Carpetas, deciciones y un futuro incierto…
Frenkie de Jong está tan afinado con el balón que hasta Hansi Flick ha tenido que ponerse gafas de sol para admirarlo sin quedar cegado. El neerlandés, que parecía haber caído en la trampa de las lesiones como el coyote tras el correcaminos, ha resurgido como el ave fénix que baila al ritmo del Camp Nou. Eso sí, al mencionar su futuro, cambia de tono más rápido que una canción de reggaetón en la feria del pueblo: «Ya habrá tiempo de todo», dijo, con la calma de quien sabe que el reloj avanza pero no la presión. Claro está, De Jong está feliz en Barcelona, como el gato con un cuenco lleno de leche.
¡Vaya telaraña en la que estamos enredados! El club sacó los papeles de la renovación como quien saca el manual de instrucciones de una silla de IKEA y, a pesar del paso del tiempo, los documentos de De Jong parecen estar inspirados en los puzles de 1000 piezas que nunca encajan. Mientras nombres como los de Iñigo Martínez, Pedri y Gavi han firmado tantos contratos que parecen rockstars con álbumes, De Jong sigue esperando su turno para estampar la firma más buscada al norte del Ebro.
Pero ¡no todo son chicles en los zapatos! De Jong está saliendo del túnel oscuro de sus lesiones como un ninja experto en dejar a los rivales boquiabiertos. El año pasado, sus tobillos eran más frágiles que un jarrón de porcelana en manos de un elefante en una cristalería. Ahora, está más fuerte que nunca y ya es considerado el gran bálsamo del Barça. Eso sí, no todo son margaritas: su equipo cayó en Dortmund, pero aún hay fiesta en el horizonte con semifinales ante Bayern o Inter. ¡Prepárense para el show!