Dortmund, la kriptonita inesperada…
En un giro dramático digno de una telenovela deportiva, el FC Barcelona se enfrentó al Borussia Dortmund, y ah, qué desastre. La renta de Montjuïc parecía la receta para un paseo en el parque, pero aquello se convirtió en una montaña rusa… ¡sin cinturones de seguridad! A los 11 minutos, Dortmund ya había marcado el primero, como si les apeteciera calentar motores en una vuelta de prueba. Y lo peor: con 3-1 en contra, el Barça se las vio negras. Pero al final, como todo buen héroe-al-límite, Barcelona se coló en las semifinales de la Champions, una hazaña que no se repetía desde que las camisetas se hacían con lana y las porterías sin VAR.
La ausencia de Pedri y Íñigo Martínez fue como quitarle las pilas a un robot súper avanzado: todo sigue, pero muy torpe. Flick los reservó para mezclarlos como ingredientes secretos en las semifinales. ¡Vaya chef! Íñigo, el comandante del área, podía dirigir hasta un atasco. Pedri, por su parte, es puro Dybaldo: toques sutiles y magia futbolística que hacen que los balones se comporten. Los chicos de Dortmund hicieron una fiesta con la zaga del Barça, y Araujo, pobre, parecía jugar ajedrez en una cancha de balonmano.
El Barça quedó al descubierto, y no en el buen sentido. Sin Pedri, el equipo se convirtió en un videojuego en modo principiante. Fermín y Gavi pueden levantar murallas en defensa, pero les das un balón y se confunden de dirección. Una batalla campal que termina en triunfo, sí, pero cuidado: Flick sabe que los éxitos son como los flanes, se desploman a la primera sacudida. La tormenta perfecta no logró hundir al Barça, pero algunos errores imploran correctivo: el fútbol no es solo correr, también hay que pensar como Einstein con botas. ¡Pronto se verá si llevan calcetines de suerte en las semifinales!