Fútbol sin tarjetas, casi una utopía…
Hansi Flick, el nuevo maestro de ceremonias en el Barça, parece haber lanzado un hechizo de invisibilidad sobre las tarjetas amarillas y rojas. Apenas pisó el Camp Nou, reunió a sus jugadores para una terapia intensiva de autocontrol, exigiendo quejarse menos que una roca. ¡Y vaya si funcionó! Desde aquellos días de protestas al nivel de un concurso de gritos en el banquillo, el equipo ahora luce como un coro de ángeles en el campo.
Imaginen la estampa: mitad de abril y todavía ni un solo culé ha probado el banquillo de sanción por tarjetas acumuladas ni en Liga ni en Champions. Eso sí, alguno que otro salió al recreo antes de tiempo por roja directa. Pero claro, fue por jugar a los bolos con las piernas del rival, no por chillarle al árbitro más que un precio en oferta en las rebajas.
En un giro del destino, el único con expediente de sanción ha sido el propio Flick, despedido anticipadamente por, irónicamente, alzar demasiado la voz. Parece que, mientras su equipo hacía yoga emocional, él estaba afilando su repertorio de teatro alemán. Pero no todo está perdido: hasta reconoció que debe ajustar su comportamiento… ¿siguiente paso? Lecciones de zen con Dalai Lama. ¡No te los pierdas en la próxima temporada!