Análisis del Supercampo de Batalla…
En un enfrentamiento épico, Ancelotti decidió embarcarse en la misión imposible de ganar el centro del campo con un ejército variopinto: Tchouaméni y Valverde como los musculosos guerreros, Bellingham encargado de hacerlas de velocista y, sorpresa sorpresa, Mbappé llegó como un relámpago fulminante en la segunda mitad para añadir la chispa necesaria. Esos pobres barcelonistas no se enteraron de nada cuando Bellingham y Guler hicieron sus triquiñuelas futbolísticas, como si fueran dos magos lanzando hechizos en el terreno de juego.
¡Y qué pasón de portero, chicos y chicas! El hombre que defiende la gloriosa portería blanca, nuestro Superman de los guantes, fue impenetrable. Lamentablemente, el varapalo en el minuto 81’ por el ataque de Lamine hizo que la metiera casi sin querer. Pero, ¿y en los penaltis? Lo sentimos, Kounde, no hoy, amigo, no hoy.
El resto del equipo se convirtió en una operación de rescate, con Fran García bailando el limbo bajo la presión de Lamine Yamal y Ancelotti gritando como si estuviera en un concurso de ópera cada vez que la bola cruzaba el medio campo. Al final, el resultado no fue del todo el deseado, pero al menos el entretenimiento fue digno de un blockbuster de Hollywood, y Ancelotti se fue del campo pensando en abrir su propia academia de teatro. Qué espectáculo de partido, amigos del fútbol, ¡qué espectáculo!