El Iceberg Alemán pide perdón…
Antonio Rüdiger, conocido ahora como el gran lanzador de hielo de los campos españoles, fue expulsado en los últimos momentos del emocionante clásico contra el Barcelona. Resulta que en un acto de frustración que ni siquiera los pingüinos comprenden, decidió que lanzar un cubito de hielo desde la grada era una estrategia digna de un mundial de curling. Al día siguiente, como el buen chico que realmente es, Rüdiger despertó con resaca de ética deportiva y pidió disculpas como si estuviera pidiendo perdón por haberse comido todo el pastel de cumpleaños de un compañero.
Nuetro querido central alemán, que seguro encajaría genial en una peli de acción por su habilidad con los proyectiles congelados, comentó entre suspiros que lamentaba su comportamiento, justo el día en el que su equipo desplegó su mejor foxtrot sobre el campo empezando la segunda parte. Manifiesta que emocionalmente se llenó de helada locura tras 111 minutos de intensa batalla y que su ibairse por las ramas del protocolo no le permitió continuar ayudando a sus compañeros.
El mentado hielo, aunque no alcanzó al árbitro De Burgos Bengoechea (quien lo esquivó con la agilidad de un gato ninja), fue suficiente para que el colegiado escribiera su propia épica en el acta. Tal como si de un guion de telenovela se tratara, las disculpas del defensor podrían evitarle una sanción digna de turrón en pleno agosto. Ahora, nos queda esperar si el Comité de Tiro de Objetos Consultará Este Caso o si simplemente le regalarán un año de suministro de granizados como recordatorio de lo que no debe hacer.