Koundé, el francotirador sorpresa y los peinados mágicos…
La cúspide del fútbol español se convirtió en un auténtico festival de felicidad con el pitido final del árbitro. Los jugadores del Barcelona celebraron su victoria de una manera tan eufórica que ni la cabalgata de los Reyes Magos en enero se ha visto tan animada. Desde el gol de Koundé en el minuto 116, que le dejó a Courtois con más agujeros que un queso suizo, hasta Pedri que no pudo evitar preguntarle si había estado practicando con Ronaldo. El equipo entero parecía haber olvidado cómo mantener los pies en el suelo… ¡literalmente!
Mientras tanto, Ferran vivía una noche tan dura que parecía estar jugando en el Monte Everest. Después de marcar el gol que forzaba la prórroga y capturar el título de MVP como si fuera el protagonista de un RPG, afirmaba que esta era una de las noches más bonitas de su vida. Y en el rincón capilar, Lamine Yamal revelaba que su nuevo peinado era más efectivo que un trébol de cuatro hojas, asegurándose otra victoria más en su palmarés personal.
Por otro lado, Marc Casadó descubría que cortar una red no era tarea fácil para simples mortales, mientras maldecía la habilidad sobrenatural de Piqué para convertir la red en pedacitos cual ninja con su katana. El vestuario, lejos de calmarse, se transformó en un recreo caótico digno de la mejor película juvenil. Entre bailes que rivalizaban con un videoclip de pop y un Dani Olmo que no paraba de bromear diciendo: «¡Vaya panda! ¡Es como el patio de un colegio!», parece que la fiesta continuó hasta altas horas, demostrando una vez más que cuando el Barça celebra, el mundo del fútbol se queda sin palabras.