El clásico que tuvo de todo, menos cordura…

Se armó la verbena en el Clásico de Copa del Rey donde el Barça salía con más ganas que un niño en un buffet libre de helados. Desde el inicio, la táctica del Barça parecía un número del Circo del Sol, dejando al Real Madrid mareado y con vértigo, como si estuvieran en la montaña rusa del parque de atracciones. Pero, cuidado, que los del Real no se quedaron en el banquillo mirando, ¡no señor! El gol de Koundé, ese con más curvas que un pretzel, llegó en el minuto 116, ganándose un puesto en el libro de hazañas épicas junto al de Goliat y David.

Mientras tanto, los blancos intentaban montarse en este tren de locura. Después del primer gol, se vinieron arriba como un protagonista de película de acción, haciendo volteretas y piruetas para demostrar que nadie los tiraba de la pista. Fue entonces que Mbappé entró como en una escena de entrenamiento de Rocky Balboa, arremangando las mangas y listo para la batalla. Además, Guler y Modric se unieron al festín dándole al balón tanto sentido que parecía que tocaban el piano. Si alguien no se lo está pasando bien con este drama, es el pobre Courtois, que en el momento clave formateó el disco duro.

Esos minutos finales fueron taquicárdicos, con Araujo, Fermín y Gavi enchufando todo a la corriente de alta tensión. Al final, ni los empujones de Modric ni las acrobacias de Bellingham pudieron cambiar el marcador. Y allí, en pleno terreno de juego, Koundé se calzó la capa de superhéroe disparando a media distancia un zapatazo que haría sonrojar al mismísimo Thor. Lo que demuestra que, aunque el Barça a veces juegue como en un partido de solteros contra casados, la mentalidad de campeón no se la quita ni el más pintado. ¡Que comience la fiesta y que corran los memes!