Un Campo de Batalla con Pelele Espacial…

Había una vez, en una galaxia no tan lejana, un equipo llamado Barcelona que decidió regresar a las semifinales de la Champions después de un largo, larguísimo sueño reinante. ¡Cuidado! ¡Spoiler! Hansi Flick sacó a toda su artillería, como quien lleva una espada láser a un cuchillo jamonero. ¿Listos para la acción? Pues agárrense, porque Lamine Yamal se encargó de amenizarnos con un espectáculo de fuegos artificiales en su partido número 100, haciendo que nos preguntemos si nació con el balón debajo del brazo o si fue clonado en algún laboratorio culé.

El partido fue más emocionante que una charla filosófica con un pingüino parlante. ¡Qué intensidad! Szczesny, el portero del Inter, parecía más un saco de boxeo que un guardameta, con balones zumbando por aquí y por allá. Araujo y Christensen tuvieron que hacer equilibrios sobre ladrillos de Lego como centrales de emergencia, mientras Eric García jugaba al escondite en el lateral tras la lesión de Koundé. Y, por supuesto, Pedri, ese joven Beethoven del fútbol, dirigiendo la banda como si fuera una sinfonía de goles. ¡Bravo maestro!

Lamine Yamal parecía tener más energía que un chupachups de uranio, provocando ovaciones a cada giro, cada embiste. Durante la segunda parte, los culés fabricaron un tercer gol que fue tan festejado que incluso Raphinha intentó patear hasta la escotilla de una nave intergaláctica. Y, aunque Pedri necesitó un respiro al final para no consumirse como una estrella fugaz, su actuación brilló tanto que los aficionados olvidaron por un momento los precios de los bocadillos del estadio. ¡Que viva el fútbol, a todo color y con mucho humor!