El drama como deporte rey…
Si hay una medalla olímpica por complicarse la vida, el Real Madrid la ganaría de calle. Claro, podrían aburrirnos con un ‘modo fácil’, pero no, ellos prefieren hacerlo emocionante, como si fueran actores en una telenovela con más giros que una peonza. La última hazaña ocurrió en el estresómetro del Bernabéu ante un ilustre Celta, donde empezaron el partido como quien empieza el lunes: con pocas ganas. Pero entonces, en un giro digno de Bollywood, apareció Güler cual director de orquesta y ale, zas, 2-0 en un abrir y cerrar de ojos.
A partir de ahí, el Madrid hizo una imitación del equilibrista en la cuerda floja. Fue un ‘tenemos el control, pero qué tal si hacemos sufrir un poco a nuestros fans, que están muy tranquilos’. Como si el aficionado no sufriera ya suficiente. Y claro, la grada acabó pidiendo la hora, rezando y encendiendo más velas que en una iglesia en Semana Santa. El partido se transformó en el cuento de nunca acabar, como los anuncios de navidad en noviembre.
Así que el Bernabéu se convierte cada fin de semana en un parque de atracciones con más subidas y bajadas que un ascensor en hora punta. Pero esa dosis de dramón es lo que el Madrid le ofrenda al fútbol. ¿Y quién no ama una buena telenovela? Solo falta que empiecen a vender palomitas en las gradas. Habrá que hacerse socio de BOOMlandia, el nuevo parque temático que promete más adrenalina que un cohete a Marte. ¡Larga vida al sufrimiento merengue!