Crónica de un empate desquiciado…
¡Hombres y mujeres amantes del balompié! Prepárense para la historia del partido más dramático y desquiciado desde la final de solteros contra casados del barrio. La noche en Milán nos dejó a Lautaro Martínez jugando cojo, pero no cojo de mala calidad, sino tan cojo como un héroe de Hollywood que salva el día con una sola pierna y marca un golazo. Mientras tanto, Gerard Martín fue más frágil que un castillo de naipes al principio, pero luego se transformó en una versión zurda de David Beckham para regalar tres goles como si fueran las rebajas de enero.
En el festival de lesiones y parches, apareció Rapinha, más quemado que un tostador sin termostato, pero con la cantidad justa de talento para poner la bola donde hay que ponerla. Sin embargo, el verdadero climax llegó cuando el veterano Francesco Acerbi anotó el gol de la vida a los 37 años, como si fuera una aparición divina. Y Ronald Araujo, con apenas 22 minutitos encima, cayó en una finta de Marcus Thuram, quien parecía estar haciendo un malabar con sus lesiones cual artista de circo trapezista.
Y como si la trama no fuera lo suficientemente épica, entró Lamine Yamal haciendo 14 regates, solo para ser detenido por un Yann Sommer que se estiró como un chicle para frustrar la jugada del joven talento. Todo en una noche que nos enseñó que la Champions es como esa tarta de chocolate que sabemos que nos hará engordar pero que no podemos resistir. Para bien o para mal, es infinita en emociones y en noches como estas, nadie quisiera que ganaran los dos. Bueno, nadie menos los aficionados del Barça.