El drama del césped y la tecla de Capello…

En el vibrante Teatro de los Nervios a punto se encuentra la obra más esperada: el clásico entre el Real Madrid y el Barcelona. La última vez que estos titanes se encontraron, dejaron huellas que harían sonrojar hasta a un huevo kinder sorpresa. ¿Quién no recuerda la danza celestial del 2-6 del Barça en el Bernabéu? O, por Zeus, la historia del 0-4 en el Camp Nou cual cuento de Caperucita blanca y negra. Los clásicos nunca pasan de moda, como ese jersey que se niega a pasar desapercibido en las reuniones familiares.

Ahora bien, amigos del balón redondo, si el Bernabéu hablara, pediría aspirinas antes del domingo, pues el ruido de tambores de emoción podría hacerle saltar los remaches a la mismísima Torre Eiffel. Si los duendes del césped deciden bendecir al Real Madrid, la liga se pondrá más caliente que el habitáculo de un Ferrari en el desierto. Pero ojo, si gana el Barça, las futuras generaciones tendrán que aprender en libros de historia que los culés arrasaron, cual dragón hambriento en un bufé libre de trofeos.

Así que, queridos lectores, desenfunden sus sillas frente a la pantalla y olviden las cuitas arbitrales, que ya bastante nos da el lunes. A ver si el césped resplandece más que el brillo de tus cuñados en la cena de Nochebuena. Y si termina el partido y solo se habla del juego… ¡habremos encontrado la séptima maravilla! Porque con tanto pitar y silbar, a este paso el árbitro se nos convierte en una estrella pop más perseguida que la mismísima Shakira en el Clásico de las redes sociales.