Araujo en una nube: ¿Se va, se queda, o hace magia?…

El mismísimo Houdini estaría orgulloso de Araujo. En enero, mientras los culés estaban tan nerviosos como un gato en un festival de fuegos artificiales, aparecía la Vecchia Signora, la Juventus, con su mejor oferta. Pero los culés dijeron que eso no lo sopla ni el lobo de los tres cerditos. Y voila, Deco sacó de la chistera un contrato hasta 2031, ¡pero con un truco! La cláusula es de 1.000 millones, ¡excepto por 10 días en julio cuando se reduce a 70 millones! Una vía de escape más secreta que la guarida de Batman.

Pero ahora Araujo se encuentra en el banquillo más que un aficionado tratando de ver el partido entre dos personas del equipo contrario que miden 1,95 cada uno. Después de esos ‘uuuuuuh’ en las gradas por errores pasados, su popularidad bajó más rápido que la paciencia de un árbitro con Sergio Ramos. Tanto que ha tenido que poner cerrojo a sus redes sociales para que no se le llene de críticas.

En la otra esquina del cuadrilátero, Jonathan Tah, que espera su momento como un superhéroe al que aún no le han dado ni capa ni mallas. El Bayer Leverkusen parece ser ahora su sótano de práctica, mientras que desde el Camp Nou hasta el Bayern Múnich lo miran como si fuera el último donut en una reunión de dietistas. ¡Oh, el drama de ser una estrella del fútbol con tanto club mirando!