Lewandowski cede su trono al interés del Barça…

¡Uy, uy, uy! El gran partido que todos esperaban, El Clásico, arrojó más sorpresas que un abracadabra de mago. Hansi Flick, encarnando al valiente capitán de un barco pirata, decidió que Robert Lewandowski se tomara el día libre, justo cuando el Pichichi estaba más caliente que una plancha de gofres. Con Mbappé dando espectáculo en Montjuïc y sumando goles como si fueran tapas en un bar, el pobre Lewandowski tuvo que ver desde el banquillo cómo el francés le robaba el liderazgo.

Flick, cual director de una orquesta sinfónica queriendo mantener todo en armonía, hizo cambios como el que cambia de calcetines: Christensen por Cubarsí, Balde por Martín, López por Olmo, Fort por García y Gavi por Torres. El germano, que parece tener más títulos que una biblioteca, está a tres pasos de asegurar LaLiga en su bolsillo, que ya tiene pesadas la Supercopa y la Copa del Rey. ¿Y Lewandowski? Pues a seguir el espectáculo con palomitas en mano, mientras Flick manejaba su partida de ajedrez contra los chicos de Ancelotti.

Lewandowski, magnánimo como un rey en sus aposentos, llevó la cosa con el humor de quien se ríe de perderse una fiesta. Sabe que aunque Mbappé esté subiendo en la escalera del Pichichi, todavía quedan tres asaltos. Y quién sabe, quizás en esos partidos nos recordará que su juego no es solo una cuestión de goles, sino de contribuir al gran (y siempre épico) espectáculo del fútbol. ¡Flick, maestro de orquesta y Lewandowski, el paciente gladiador! ¡Menudo espectáculo!