Cuando el fútbol parece una obra de teatro…

¡Santos balones rebotadores, Batman! Gerard Piqué, el héroe retirado de la Ciudad Condal, ha sacado su capa y con ella toda la artillería pesada de su perfil en X para incendiar a los seguidores del equipo más perico de todos los tiempos, el Espanyol. Porque claro, ¿qué es un clásico sin un poco de humor a lo Benny Hill?

Todo comenzó en una noche de fútbol que ni Shakespeare hubiese inventado; el Barcelona celebró su victoria como si hubieran encontrado la fórmula secreta de la Coca-Cola. Pero la verdadera trama estilo telenovela llegó cuando Leandro Cabrera decidió que Lamine Yamal necesitaba una «caricia» que terminó en expulsión. Manolo González, el técnico rival, se fue enfadado a su mazmorra de prensa para quejarse de las artes interpretativas del joven culé.

No contento con espectáculos de luces y cartulinas, nuestro ilustre Piqué se subió al tren de la broma y twitteó como si fuera el director del show: ‘Perdona, pero hace años que os fuisteis de la ciudad. Barcelona es azulgrana’. ¡Ay, Gerard! ¡Con razón los periquitos emiten más chirridos que una puerta sin engrasar! ¡Esta rivalidad es más intensa que una final de la Champions en una olla a presión!