Un atropello digno de película de acción…
Aquella tarde, el derbi Espanyol-Barcelona comenzó con una inesperada dosis de adrenalina digna de una película de Jackie Chan. A escasos minutos del partido, el caos automovilístico se desató como si de una estampida de elefantes con furia se tratara. 16 valientes espectadores fueron víctimas del descontrol vehicular cuando una chica terminó llevando a cabo el «salto de rana» más involuntario de la historia del automovilismo.
«Todo comenzó cuando los contenedores se volvieron los protagonistas del Tetris urbano», afirmaba un vecino mientras agitaba los brazos como un director de orquesta alterado. La conductora, víctima de la clásica lotería del cristal roto en días de derby, quedó atrapada en una encrucijada de insultos y bocinazos, como si de un maldito nivel de videojuego se tratase. Ahora mismo hasta los Pokémon se sienten menos perseguidos que ella.
Mientras los aficionados pericos y culés vivían su propia aventura de Indiana Jones en versión urbana, las calles se convirtieron en túneles misteriosos donde, en lugar de encontrar tesoros, se encontraban goleadas de escupitajos. Ni siquiera la policía, con más entrenamiento que Chuck Norris, pudo detener la avalancha humana. Y así, como si todo fuera parte del guion de una serie de Netflix, el derbi catalán pasó a la historia no solo por los goles, sino por los atropellos memorables del parking. ¡Qué manera de pitar la salida, señores!