El técnico alemán y su cruzada por la gloria…

Era una noche mágica en Montjuïc cuando nuestro querido Hansi Flick salió del campo de batalla. Aunque el Villarreal les dio un repaso digno de campeonato de videojuegos, el bueno de Flick tiene visión de halcón y solo ve trofeos levitando en el horizonte. A sus jugadores, más jóvenes que un meme de internet, les dijo: «Chicos, esto fue una fiesta, como un cumpleaños sorpresa, ¡pero sin pastel!».

Flick no es solo un entrenador, también es un filósofo del fútbol. Habló de conexiones de temporada, feeling y potencial, como si fuera el John Lennon del deporte. Según él, el partido contra el Atlético fue tan clave como el pin de seguridad en el vestuario de un mago. Incluso dijo que su equipo brilló como un diamante pulido por un joyero con hipo. El primer año en Barcelona parece haberle dado a Flick la confianza de un gato montés monocromático paseándose por las Ramblas.

Además, Flick compartió su alegría de un modo tan genuino que el mismísimo Gaudí habría aplaudido desde su silla de arquitecto. Y sobre su castellano, dice que es un proceso «paso a paso». Nos imaginamos a Flick leyendo el diccionario como si fuera la estrategia para el próximo partido, mientras prepara a su equipo para conquistar no solo el fútbol, sino también el concurso de paellas de la esquina. ¡Ánimo, Hansi!