Carambolas, goles y llantos felinos…

¡Boquiabiertos y con las uñas mordidas se quedaron los hinchas del Barça Atlètic! Como si de un episodio de una telenovela turca se tratara, los catalanes llegaron al final de temporada esperando más milagros que un mago de circo. Su misión era ganar al Unionistas y esperar a que tres marcadores extras les fueran tan favorables como un plato de paella bien hecha a un turista. Llegaron al minuto 89 al borde de la gloria, pero como si el destino fuese un mal árbitro de VAR, un gol de Osasuna Promesas los mandó directo al sótano de la Segunda RFEF con más rapidez que un balón lanzado por Messi mientras está en modo súper saiyajin.

Después de una temporada que en lugar de cuento de hadas fue un combo de comedia y drama, los muchachos terminaron la liga un punto por debajo de la salvación. Salvador Dalí podría haber hecho un cuadro surrealista de semejante historia. No es que quisieran estar siempre en la zona de peligro, pero cada intento de subir en la tabla fue más complicado que hacerle entender las reglas del fútbol a tu perro. Sergi Milà intentó de todo en los últimos meses, desde charlas motivacionales hasta poner el despertador más temprano, pero no fue suficiente para evitar el descenso.

Con un estadio Johan Cruyff a punto de explotar de la emoción, los culés tuvieron un partido movido. Mientras Unionistas defendían como una tortuga dentro de su caparazón, los blaugranas lo intentaron todo, hasta contractar mentalmente al espíritu de Maradona. Parecía que el gol de Godoy hacía renacer la esperanza como lo haría una planta de albahaca en un balcón soleado. Incluso Percan marcó casi al final, provocando una alegría tan intensa que causó más aplausos que el regreso de una serie de televisión favorita. Pero no, Osasuna Promesas hizo su última travesura y, como en una tragicomedia, el silbato final sonó como un cierre de cortina.