La fiesta sin peineta en San Mamés…

¡Ah, las ilusiones de los aficionados! Llevaban los culés días soñando con un equipo enteramente formado en La Masía, hasta hicieron memes al respecto. Pero Flick, ese hombre que en otra vida debió ser director de orquesta, decidió romper las partituras y no complacer al público. Con la posibilidad latente de que el campo se llenara de jovenzuelos, desmontó el espectáculo cambiando a Araujo por Christensen. ¡Una verdadera obra maestra de «no hoy, señores, que el show debe continuar»!

Mientras tanto, en el cine de emociones en San Mamés, los corazones se derretían por Óscar de Marcos, que casi sale en hombros tras su despedida. Dicen que había tanto llanto que podía inundar el campo. Con sus tres retoños, cual primate alfa con su tropa, fue el protagonista de un espectáculo más emotivo que el final de una telenovela. La ovación fue tan fuerte que casi hace caer una bandada de pájaros en China.

La portería, oh, esa portería. Iñaki Peña fue el guardián de la gran muralla azulgrana, resistiendo como un caballero medieval y haciendo rugir las gradas. Y qué decir de Fermín López, que resultó más efectivo que el pegamento súper fuerte. Dice la leyenda que tiene un guante en el pie y un GPS instalado para asistencias perfectas, dejando a Dani Olmo en el banquillo con cara de «¿será posible?». Una oda al fútbol como solo Barça puede ofrecer.