Cuando el Barça se convierte en el tablero de Risk…
Hoy en Barcelona todo fue un juego de mesa gigante. Jorge Mendes, ese agente que parece más ocupado que un futbolista en día de final, llegó a la Ciudad Condal con su sombrero de mago para desafiar las leyes del mercado de fichajes. Como si estuviera en una partida de ajedrez, al mediodía movió las fichas de Ansu Fati y Lamine Yamal por el tablero culé. A Ansu Fati lo envió directo al Mónaco, como quien descarta un 5 de trébol en el burro. Lamine Yamal, mientras tanto, renovó hasta 2031, lo que en calendario futbolístico parece el siglo XXIII.
Las reuniones siguieron cual serie de Netflix, con Deco haciendo de anfitrión en el hotel más próximo al Spotify Camp Nou. Mendes tuvo un día tan tranquilo como conducir en la M-30 un lunes por la mañana. Con la calma de un cóctel al sol, selló las promesas para el cambio de aires de Ansu y el contrato eterno de Yamal. Al final, el asunto se cerró más rápido que una golosina en una fiesta de niños.
El pobre Ansu, a sus 22 años, quedó como aquel jugador de FIFA que nunca sube de nivel, con sus 298 minutos en el campo. El Barça, que intentó convencerlo de salir en invierno sin el éxito de un meme de padre, ahora se lo cede al Mónaco con más facilidad que ganar una partida a tu abuelo. Lamina Yamal cumplirá 18 años disfrutando de su silla casi indiscutible en el equipo, como el Rey Arturo y su mesa redonda, hasta el futuro lejano que nos digan los adivinos de la Liga.