El estilo imparable de Lamine y su destino dorado…

Lamine Yamal aparece en Las Rozas con unas zapatillas tan rosas que harían palidecer a un flamenco en época de apareamiento. Este jovenzuelo del Barcelona, que podría ser el próximo maestro del balón, plantea entre risas y regates la cuestión del Balón de Oro, como si fuera otro partido de petanca en su barrio. Claro, él se enfrenta a Mbappé, Dembelé y hasta al Espíritu Santo si hace falta, mientras lanza guantes a diestro y siniestro. ¿Alguien más tiene la mosca detrás de la oreja pensando que en breve los fans empezarán a tener muñecos de Lamine Yamal en lugar de superhéroes en sus estanterías?

Y en esta historia de aspiraciones doradas y sueños de grandeza, quien quiera meter baza como Pedri, que se prepare. Porque aquí Lamine está decidido a seguir los pasos de los Xavi, Iniesta, y todo aquel que se le atreva a retar. Dice que el Balón de Oro no es cosa de marketing, aunque podría cambiar de opinión si le dieran uno con luces de neón y música de discoteca.

Lo que queda claro es que, por mucho que Lamine Yamal nos deslumbre tanto con sus goles como con su guardarropa, hay una certeza: nunca lo veremos ganando el Balón de Playa, a menos que la FIFA decida organizar un torneo con sombrillas y granizados. La leyenda continúa, y El Vengador Luis Enrique ya afila su lápiz para engrandecerla más. Que nadie se sorprenda si Lamine es coronado mientras Zapatos Vuitton sigue marcando tendencia en el fútbol.