El titán necesita un ‘kit kat’ personal…
Robert Lewandowski, el hombre que hizo 52 partidos este año como si fueran 52 desayunos, ha decidido que es hora de pulsar el botón de pausa y tomarse una siestecita polaca. ¡Sí señor! El delantero de acero confiesa que está más agotado que un teléfono sin batería después de ver un maratón de series. En contra de lo que podríamos llamar «el torbellino de críticas ensañadas», Robert ha dicho que no debe excusas a nadie más que a su ático de Peluches y al barbero que le corta el césped del jardín.
«La plantilla de Polonia no necesita a este Faraón del Fútbol para hacer su magia», afirmó seguro, mientras posiblemente alzaba un balón que mágicamente se convertía en un unicornio. Nuestro héroe azulgrana llamó al entrenador Probierz para decirle, con toda la sinceridad del mundo, que sus piernas querían un tazón de sopa y su mente una bolsa de ositos de gominola.
Lewandowski también dijo, como un sabio gurú del balón redondo, que no todo el mundo sabe las bellas sinfonías que tocan en su cabeza, donde cansancio mental y físico bailan el twist. «Tranquilos», dice a los críticos, «en agosto cumplo 37, mucha champán y fiestas no tendré, pero alguna alegría que otra me queda». Ya sabemos que este capitanazo sólo escucha a su familia, sus fans y al GPS de su coche rumbo a descansar.