Cuando Ceferin se volvió el enemigo del feudo culé…
En un viaje digno de una novela de espionaje, Joan Laporta, nuestro héroe con la sonrisa luminosa y el disfraz de negociador, se plantó en Múnich. Mientras otros mortales simplemente hubieran disfrutado del partido entre España y Portugal, Laporta emprendía una misión que ni Misión Imposible. ¿Su objetivo? Persuadir al temido ceferinato de la UEFA para que no envíen al F.C. Barcelona a la mazmorra contable por sus travesuras financieras.
El número mágico de seis jugadores azulgranas en la cancha fue la coartada perfecta, pero Laporta tenía algo más debajo de la manga: una conversación más tensa que una tanda de penales. Las llamadas ‘palancas’, unos ingenios sorpresivos que, según LaLiga, son lícitos como un gol en el último minuto, pero que la UEFA ve como trucos de magia negra para fichar a estrellas como Lewandowski y compañía. Laporta intentó explicar la situación a un Ceferin que parecía menos convencido que un árbitro en un fuera de juego dudoso.
Con el arsenal diplomático agotado, el Barça tiene que jugar también la carta legal. El club ha mandado una cantidad de alegaciones que podrían rivalizar con el libro gordo de Petete. Y es que, si la cosa sigue torciéndose, podríamos ver al Barça perdiendo puntos como si los regalara con las suscripciones de la revista Panenka. Sin embargo, nuestro protagonista confía en que las palabras mágicas con Ceferin hagan el truco. Porque si no, lo único que le queda es fichar a Harry Potter para el próximo intento.
