Conflictos en el fútbol: un clásico de siempre…
¡Sujétense sus botas de fútbol, porque la selección polaca ha vivido un terremoto! Resulta que Robert Lewandowski, el rey del gol, ha decidido que no se pone la camiseta del equipo ni para ir a comprar el pan mientras el actual entrenador esté al mando. Es como si Messi dijera que no patea más un balón si le ponen espinilleras rosas. Un verdadero drama balompédico que deja a los aficionados polacos rascándose la cabeza y pensando si Lewandowski no estará ensayando para un papel en una telenovela.
Pero aquí viene lo realmente jugoso. Todos pensaban que en el fútbol masculino estas cosas no pasaban, que en el mundo de los hombres, los vestuarios eran templos de paz y armonía al estilo del Dalai Lama jugando al ping-pong. ¡Error! Aquí estamos, descubriendo que hasta los equipos de machos alfa con músculos de acero se pelean con los entrenadores como si fuera una discusión sobre quién se queda la última loncha de jamón serrano.
Así que, estimados fans del balón, la próxima vez que una jugadora tenga sus más y sus menos con el técnico, que nadie se rasgue las vestiduras. Puede que se trate de la mismísima Wonder Woman, lanzando directo al córner todo prejuicio. Porque la conclusión es clara: en el fútbol, la rebelión es tan probable como que Cristiano Ronaldo haga abdominales antes del desayuno.