De periquitos a culés: la odisea de García…

Joan García, portero en versión ‘camaleón del fútbol’, ha decidido cambiar las plumas de su traje periquito por la pompa culé. Durante su primera declaración como nuevo miembro de la tripulación azulgrana, o como él preferiría, la nave intergaláctica de títulos, confiesa haber sentido «cositas raras». Tal vez fue por las sardinas del desayuno o ese inolvidable aroma a césped recién cortado, que solo el Camp Nou proporciona. Lo cierto es que Joan siente que está en casa, a pesar de estar al otro lado de la galaxia deportivo-barcelonesa.

La noticia ha caído como un bocadillo de sepia sin limón en la grada blanquiazul y es lógico que los seguidores del Espanyol no entiendan cómo su portero estrella se deja seducir por los cantos hipnóticos del eterno rival. Joan afirma que ha consultado con toda su familia, su mejor amigo y hasta el loro de la abuela, pero, pese a los sentimientos raros, sigue firme como un mástil en tormenta: «Estoy contento y convencido», dice, como si hubiera encontrado petróleo en su jardín.

Ahora, a Joan solo le falta calzarse sus «super guantes» para competir. La portería culé es como una piñata: llena de sorpresas. Pero no hay problema, porque según él, entre los porteros hay una conexión más grande que todas las conexiones Wi-Fi del mundo. Se avecinan grandes partidos, dice él, incluso los que le tocarán en casa de sus excompañeros. Un espectáculo digno de un partido de quidditch en el estadio del Espanyol. ¡Que comience la fiesta!