¿Un fichaje o un cafecito?…

Javier Clemente, un entrenador con más horas que un reloj de arena, ha desvelado un misterio digno de Sherlock Holmes: el lío de Nico Williams con el Barcelona. Según Clemente, el Barça no ficha a Nico para que se convierta en el nuevo experto en cafeterías de la Masía. No, señor. Con 60 millones de euros, al menos podrían intentar convertirlo en el nuevo Messi, o al menos en el rey del karaoke del vestuario.

Resulta que Nico tenía más ofertas que un supermercado en verano, pero él decidió quedarse en España, quizá atraído por los churros y la tortilla de patatas. La gente grita ‘pesetero, pesetero’, pero como dice Clemente, ¿quién no se iría a otra empresa si le duplican el sueldo? Incluso los robots cambiarían de fábrica por eso. Sin embargo, los fans de Bilbao no lo comprenden del todo, más confusos que un pulpo en un garaje.

¿El problema? La inscripción. Parece que no se lo dejaron claro a Nico. Como si te ficharan para ser piloto de un avión y luego te mandaran a inflar las ruedas. Y ahora, dicen los rumores, el público bilbaíno está en una encrucijada, entre la añoranza y la pancarta albaricoque. Pero tranquilos, que con un par de goles todo se olvida, y Nico será tan aclamado como el salvador de San Mamés… o al menos hasta su próximo cambio de look.