Un director técnico con más líos que un pulpo en un garaje…

Imagínate volver de vacaciones y que la primera tarea sea más complicada que entender la letra de los médicos. Pues a Hansi Flick le tocó pasar de la hamaca a la batalla campal, y ni se había tomado aún el café de buenos días. El pobre llegó a la Ciudad Deportiva el viernes, listo para planificar una temporada que se parece más a una partida de ajedrez loco que a una típica fecha futbolera. Y lo peor es que, como si esto fuera una telenovela, tiene una misión que haría temblar al protagonista con más episodios del siglo.

El lío con Ter Stegen no es pequeño. Resulta que al bueno de Marc-André, que lleva siendo una pared humana en la portería culé por más de una década, le tocó compartir el diminuto espacio entre los tres palos con Joan García, el fichaje relámpago del siglo, que llegó a precio de ganga, como si estuviera en oferta de supermercado. Flick deberá explicarle al capitán cuál será su papel esta temporada, porque hasta ahora todos han jugado al escondite inglés con él.

Pero para terminar de enredar el nudo gordiano, Flick tiene que hablar también con Deco sobre fichajes de alto calibre como Luis Díaz y Rashford. Es como si en esa reunión decidieran el destino del universo culé, mientras también deben decidir si dejan partir a algunos jugadores que andan como en una subasta entre Iñaki Peña y Oriol Romeu. Se avecina un verano futbolístico con más drama que una telenovela y un toque de comedia digna de los mejores bufones del balón.