Los superpoderes de Lamine: fiesta, fútbol y familia…
¡Señoras y señores, agárrense al sofá! Mounir Nasraoui, el padre del gran Lamine Yamal, ha salido al campo de batalla cual superhéroe con batín, para defender al joven de 18 años de las críticas del planeta tierra y sus alrededores. Según el papá, su hijo tiene derecho a un poco de fiesta, esa competición olímpica de la vida en la que intentamos no quedar en último lugar. Mounir se preguntaría: ¿Acaso no es Lamine un crack fuera y dentro del campo? ¡Pues claro que sí, como cualquier chaval!, pero con un mejor regate en las discotecas.
Mientras el gobierno piensa en plantar denuncias como si fueran geranios en primavera, el bueno de Mounir pone manos a la obra defendiendo a su hijo con un armadura de palabras que ya quisiera Iron Man. Dice el orgulloso padre: «¡Si mi hijo hiciera algo malo, yo sería el primero en sacudirles de las orejas hasta encontrarme una lámpara mágica! Pero no señores, él no ha hecho nada. ¡Y si lo ha hecho, que llamen a Batman y a las comisarías!». No obstante, el papá sigue convencido de que el joven Lamine es, además de un futbolista nato, todo un ejemplo para los más pequeños, como un Messi con manual de instrucciones.
El orgullo de un padre no tiene límites y para Mounir, las críticas son simplemente confeti que lanza la envidia en fiestas ajenas. «¡Que miren sus propias ovejas antes de ir a mirar los pingüinos en la Antártida!», clamó mientras un coro de admiradores estallaba en aplausos. Y mientras tanto, Lamine Yamal sigue luciendo el 10 que una vez perteneció al mismísimo Messi, y ya sabemos que con ese número en la camiseta los goles caen del cielo como maná. ¡Vamos, Lamine, el mundo te observa desde sus butacas y con palomitas de maíz en la mano!