Una gira asiática que se quedó en casa…

Imagina que preparas un viaje de fiesta a Japón, pero te quedas atrapado en la sala de juego esperando las luces de neón. Así está el Barça, con una gira hecha añicos y un lío digno de una telenovela futbolera. El encuentro con Vissel Kobe se fue por el sumidero contractual, dejando al equipo más desorientado que un defensa en carnaval. Expectativas de vuelo, ¡negativas! De Asia, ni rastro. Incluso los directivos tuvieron que cancelar cenas y canapés asociados a las alturas del turismo nipón.

Los pobres futbolistas ya se veían en kimono y patinando por Tokio cual fichajes en una película de Jackie Chan, pero no. Ahí siguen, en la Ciudad Deportiva, dándole al gimnasio como si buscaran ser los Hulk de la Liga. Lamentablemente para el entusiasta barcelonista japonés, tienen que aparcar el sueño de conocer a sus héroes más cerca que el ramen. Encima, digamos adiós a 15 millones de euros en nuestra taza de té verde.

Para rematar, imagina estar en el avión rumbo a aventuras asiáticas y ¡ZAS! Te enteras de que todo ha sido un espejismo mientras haces escala en la nube 9. Los periodistas no sabían si pedir sushi o llorar en el pasillo. Ahora, la misión imposible número 1: reengancharse a la tercera temporada de «Grietas de la agenda azulgrana», y quién sabe, salir por fin del gimnasio para jugar contra el equipo juvenil del barrio. ¡Oh, la dulce y jugosa confusión del fútbol!