Juegos de pelota en césped enemigo…

El Barcelona llegó a Vallecas como quien pisa un campo de minas. El césped estaba tan malo que ni siquiera los hobbits quisieron jugar allí. Hansi Flick, el mago de los cambios estratégicos, optó por revolucionar el equipo desde la raíz. En defensa, Eric García y Christensen formaron una pareja tan sólida que pudo competir con cualquier muro medieval. Mientras, en ataque, el tridente de Lamine, Ferran y Raphinha intentaba desplegar la música en lugar de fútbol. Sin embargo, la verdadera sorpresa fue ver a Lewandowski en el banquillo observando como si estuviera viendo un episodio de su telenovela favorita.

En la portería, Joan García se lució como el primer portero aunque Szczesny ya estaba inscrito. Es como si hicieran una audición para una película, y García se la lleva sin sudar. Pedri, como siempre, movía los hilos del equipo como si fuera un titiritero de marionetas expertas, mientras De Jong volvió como un ser humano después de la aventura espacial de la paternidad. Los cambios de Flick parecían movimientos de jedi, especialmente al confiar en Eric García para una posición diferente cada semana. Al final, el Barça solo esperaba que el césped no cobrara vida y los tragara a todos enteros.