Un vaivén de negociaciones lleva a Ansu a Uruguay…

En el gran teatro del fútbol, Ansu Fati es la estrella de un drama digno de Broadway. Imaginen a Ansu saliendo con el Mónaco con más idas y vueltas que un yo-yo profesional. Es como si intentasen partir un pastel entre dos niños caprichosos: nadie se decide, pero todos están seguros de que el pastel –o en este caso, Ansu– se va a ir. Al menos eso creen en el Barça, porque están tan seguros de su salida como de que algún día Messi volverá vestido de extraterrestre azulgrana.

Por ahora, la puerta del Mónaco se queda entreabierta, pero no para dejar pasar el aire fresco, sino por la esperanza de que, a base de tratados dignos de la ONU, alguien resuelva este sainete de las negociaciones. En un lado, tenemos al Barça queriendo liberar espacio como quien guarda las sudaderas de invierno. En el otro, el Mónaco, que no ve la hora de tener a Ansu en su dibujo táctico en forma de croissant. Todo esto con fecha límite en junio, porque el reloj sigue su tic-tac mientras el representante portugués de Ansu rasca la cabeza sin idea clara del desenlace.

Mientras tanto, nuestro protagonista, como buen amante de los mapas, anda explorando el globo. Después de un tour que podría protagonizar un documental de National Geographic, desde Nueva York a la República Dominicana, ha aterrizado en Uruguay para la boda de su compinche Ronald Araujo. Pareciera que Fati ya ensaya su camino al altar del mercado de fichajes, eso sí, mientras cuelga fotos de vacaciones tan despejado como un volcán apagado. ¡Cuidado Ansu! Los culebrones de las telenovelas no tienen nada que envidiar a tus peripecias futboleras.