El desconcertante verano de Araujo…

Araujo, el defensor uruguayo con más sorpresa acumulada que un niño en Navidad, ha confesado que jamás pensó que en cuestión de meses su vida futbólística se convertiría en un cómic de locuras. Desde no imaginar ganar la Copa del Rey, hasta liderar LaLiga más rápidamente que un sprint de Usain Bolt, y mantenerse en pie en las semis de la Champions como un equilibrista en la cuerda floja. Todo esto mientras el árbitro, esa figura mística y casi mitológica, permanece en su mente como un tema tabú que no se toca ni con palo futbolístico.

El buen Araujo recordó que su última final de este calibre fue como una película de zombies. La jugó en una pandemia y con las gradas tan vacías que el eco era el único espectador. Sin embargo, mañana enfrente del Real Madrid, que parece más peligroso que un tiburón en un parque acuático, espera un duelo más intenso que una telenovela mexicana. Un partido en el que enfrentará su tercera guerra de 90 minutos contra los blancos, armado con la misma motivación que un león triando su melena al viento.

Cuando se le pregunta sobre un posible triplete, Araujo no puede evitar reírse como si alguien le hubiera contado el mejor chiste del año. Casi responde con un «vamos paso a paso» digno de un pato manteniendo la calma en un estanque. La vorágine de buenos resultados y títulos tiene al equipo tan concentrado como un niño jugando a la Play, y aunque la temida camiseta blanca del Madrid flota en el aire, para Araujo y sus muchachos, todo es posible, incluso lo imposible. Y, en caso de duda, dice que jugará donde lo pongan, quizás de portero mañana; quién sabe, tal vez incluso de árbitro. ¡Todo puede pasar en esta final de película!