Flick y Simeone, maestros del suspense futbolero…
Si has visto una película de suspense, sabrás que no hay nada más emocionante que ver al Barça y al Atleti enfrentarse en una semifinal de Copa. Para los aficionados del fútbol, es como ver a esos dos vecinos competitivos, siempre preocupados por ver quién tiene la mejor barbacoa en el barrio. El Barça, de la mano de Flick, ha demostrado que es capaz de hacer llorar al Real Madrid (dos veces, nada menos), y hasta ha dado un paseo triunfal por Alemania y Portugal. Su única caída en combate fue contra el Atleti del Cholo en un partido digno de una telenovela.
El Atleti, cargado de acciones atléticas (como su nombre lo sugiere), ya demostró que puede sobrevivir en situaciones adversas, como aquella vez que salió victorioso de París y volvió a hacerlo en casa contra el Bayer Leverkusen. El plan de Simeone es claro: atrincherarse como si las puertas del castillo estuvieran bajo asedio, esperando que Griezmann o algún otro caballero rojo y blanco encuentren una forma de infiltrarse en territorio enemigo.
A pesar de que el Atleti juega como si quisiera estar en un documental de National Geographic sobre tortugas, Griezmann necesitará que sus compañeros dejen de ser ocasionales fotógrafos de fondo y se pongan las botas de correr. Al mismo tiempo, el Barça de Flick, con Pedri al mando, parece funcionar como un automóvil de último modelo que solo necesita unas pequeñas carreterillas despejadas para acelerar.
Mención especial para el portero del Atleti, Musso, quien se enfrenta a la titánica tarea de llenar los zapatos de Oblak. Por otro lado, el Barça se perfila como una banda de rock en plena gira, subiendo el volumen, la energía y el ritmo. Claro, prefieren los duelos en campo abierto que las reuniones de vecinos en el área del penal.
El Barça de Flick y el Atleti del Cholo son como dos boxeadores que antes de subirse al ring ya se han ganado el respeto del público. Sin embargo, hoy, en lugar de jab, ganchos al hígado o abrazos amistosos, esperen el sonido de balonazos y pitidos con protesta, en la prometedora primera parte de un duelo cuya conclusión llegará el 2 de abril. Prepárense para 90 minutos de cardio emocional — y recuerden, no importa quién gane, siempre nos quedan las charlas post partido para seguir discutiendo hasta el infinito y más allá. ¡Que comience el show!