Flick busca el balance perfecto de rotaciones…

Los héroes del Barcelona llegan al partido contra el Valladolid como aquellos ancianos que comen pipas en los bancos del parque: con la energía justa y asustados de que un viento los saque volando. Resulta que mientras el Real Madrid les persigue en la tabla como un secador del inframundo, a tan solo cuatro puntitos de distancia, el Barça se juega más que un taxi en una calle empedrada cuando Flick decide rotar la plantilla cual ruleta rusa para evitar que se desplomen antes del Clásico.

Parece que la fiebre por las rotaciones de Flick va más allá de las bombillas de bajo consumo y ha metido a media plantilla a dieta forzada de minutos. Jugadores como Koundé y compañía, agotados como bebés después de una siesta, tendrán más descanso que un oso en hibernación preparándose para los desafíos venideros frente al Inter en Milán y al futuro duelo en Montjuïc contra el Real Madrid que se acercan a la velocidad de un meteorito.

Pero Flick, cual químico loco en su laboratorio, sabe que sus movimientos en Valladolid podrían ser tan arriesgados como correr por un campo de minas. Las amenazas de suspensión están más repartidas que las cartas de un tahúr, con Gavi como protagonista principal. Si le muestran la tarjeta amarilla quedará más fuera de combate que un protagonista en un telefilme dominical. La estrategia ahora es clara: rotar, evitar tarjetas y, por encima de todo, no tropezar en estos últimos metros de la liga.