El Clásico más esperpéntico del año…
¡Abróchense los cinturones, damas y caballeros, que el tren bala de Montjuic está a punto de salir de la estación! Esta tarde, la madre de todos los Clásicos desata su furia, con un Madrid que se aferra a la Liga como un náufrago a un flotador hinchable de unicornio. Y es que si hacen uno de esos giros de guion dignos de teleserie y logran ganar, estarían a un punto del Barça, como cuando buscas el último trozo de pizza a las 3 de la mañana. Aunque, para ser justos, el Madrid ha tenido más bajas que una empresa de mudanzas el 31 de agosto.
Por su parte, el Barça llega tambaleando pero decidido. Han besado el suelo europeo nuevamente, pero han añadido a su colección de trofeos la Copa del Rey como si fuera el último modelo de zapatillas de lujo. Hansi Flick, al parecer convertido en gurú del Zen Catalán, prefiere sentar a Lewandowski en el banquillo para que no se canse de contar goles en lugar de meter más en la red. El tridente será cosa de Ferran Torres, Raphinha, y Lamine Yamal; jugada donde hasta el mismísimo Gaudí podría esconder un gol en una de sus rocambolescas estructuras.
El Madrid se presenta con más parches en su alineación que un vaquero en los 80’s, pero con fe en Güler, su joven astro, que parece haber comido espinacas a lo Popeye. Y ahí está la gran estrella madridista, Mbappé, dispuesto a cazar el pichichi al vuelo como si de un Pokémon raro se tratara. Los que tengan coraje, habrán de imaginar a Vallejo o Jacobo Ramón poniéndose la capa de héroe en la defensa como si estuvieran en un cómic de superhéroes. Será un espectáculo que hará a los madrileños perseguir sus sueños de remontada más rápido que una maratón de dibujo animado. ¡Que comience el espectáculo!