Una racha para enmarcar… o en forma de boomerang…
Era el 21 de diciembre cuando el Barça cayó por 1-2 en Montjuïc, en un partido que parecía patrocinado por el «Grinch». Fue la despedida 2024 más amarga desde que Papá Noel descubrió que los renos eran alérgicos al turrón. Solo una victoria contra el Mallorca salvaba su honor mientras los colchoneros, la Real Sociedad, Leganés y Las Palmas se colaban como invitados no deseados en su fiesta de fin de año. De tanto empatar contra el Betis y el Celta, los culés pensaron que «empate» era su color favorito.
Sin embargo, las vacaciones debieron tener algún filtro mágico porque después de Año Nuevo, el Barça volvió tan enchufado que parecía que sus jugadores habían desayunado tres veces su ración de churros con chocolate. Con Flick a la cabeza, encadenaron 16 partidos sin perder, escalando posiciones como gato con botas de goma: ganaron la Supercopa, retomaron el liderato de LaLiga, y estaban a un gol de las finales de Copa del Rey y Champions.
Ahora que enfrentan a los colchoneros de nuevo, el Barça busca dejar atrás la marca de 16 partidos de la era Xavi como quien olvida los errores de un karaoke desafinado. Si superan el reto, solo les queda echarle el ojo a la épica racha de 23 partidos de Ernesto Valverde. Aunque nadie olvida cómo aquello terminó, con los azulgranas recibiendo más goles en Anfield que respuestas en una clase de matemáticas.