La epopeya muralística de Carlos López…

Imaginad un muro en Bilbao más resistente que la defensa italiana en los 90 y más famoso que el lazo de las zapatillas de Messi. Pues ese es el mural de Carlos López que, pese a ser vandalizado más veces que mis intentos de cocinar un huevo frito, se mantiene firme como si de una leyenda colchonera se tratase. Este muralazo pretende ser un homenaje a la Copa, por la que los rojiblancos esperaron 40 años, ¡como esperar a que te lleguen tus pizzas en sábado noche! Ni el mismísimo Flash sería tan rápido como el arte apasionado de López.

A pesar de que el mural ha sido blanco de críticas, o en este caso, de brochetazos azules, Carlos López canaliza su mejor versión de Rocky Balboa y declara: «Esto no lo borra ni el mismísimo Terminator con angustia y una espátula gigante.» ¡Imagínate! Ese mural no solo retrata a los hermanos Williams y compañía, sino que cuenta historias tan épicas que hacen que las novelas de caballería parezcan cuentos para dormir.

¿Sabíais que mientras López pintaba su mural, el bueno de Villalibre tocaba la trompeta a modo de serenata vecinal? Héroes locales le traían agua, jamón y anchoas en un despliegue de cariño más emotivo que los discursos motivacionales de Cristiano Ronaldo. Esto prueba una vez más que en Bilbao, si construyes un mural con amor, no solo pintas paredes, sino corazones. Y recuerda: sin Iñaki Williams, el mural tendría menos sentido que una visita guiada por Hogwarts para Dobby y sus amigos elfos.