El culé irreemplazable en modo turista…

Érase una vez, en el mágico mundo del fútbol, un joven llamado Fermín López que, a pesar de no ser el rey león del Camp Nou, logró bailar el vals con Hansi Flick al ritmo de balones de oro. Fermín no ganó el concurso de popularidad en el mediocampo del Barça, pero dejó a todos con la boca abierta cuando se convirtió en la sensación final del curso, como un postre sorpresa en una cena Michelin. Entrenadores de aquí y de allá intentan cortejarlo, pero nuestro héroe sigue fiel al escudo azulgrana como un caballero de armadura reluciente.

Mientras otros futbolistas hacen las maletas rumbo a prestigiosos mercados de futbol y tentadoras ofertas internacionales, Fermín el Magnífico hace lo que cualquier chico sensato haría: se va de vacaciones con la camiseta de su colega Raphinha, despertando la envidia de todos los hinchas en las playas del paraíso. A pesar del canto de sirenas alemanas provenientes del Bayern de Múnich, el bueno de Fermín, con su contrato hasta 2029, está decidido a seguir cantando el himno del Barça en su ducha.

Con 46 apariciones estelares y 50 millones de razones para presumir, nuestro mago andaluz sigue multiplicando su valor como si fuera el mismísimo Midas del fútbol. Ocho goles y diez asistencias adornan su currículum en la temporada 24-25, todo ello mientras ensaya para un papel principal en el complicado teatro culé, donde sueña con bailar siete veces más. Fermín, un mediocentro que se convierte en mediapunta y luego en extremo zurdo como si fuera un transformer futbolístico, sigue demostrando que el amor por el Barça se lleva hasta el fin del mundo… ¡y de vacaciones también!