Lo que pasa en el vestuario, se queda en el vestuario…
¡Aleluya! Fermín López, alias «el festejador sigiloso», decidió zanjar un partido marcando un gol épico que hasta el portero contrario decidió aplaudir en su fuero interno. Saltó al campo en el segundo tiempo como un superhéroe cubierto por su capa invisible y, a lo Clark Kent, destituyó en el proceso a Lewandowski. Los fans no han parado de corear «Fermín-tastic» desde entonces.
El joven prodigio del balón, con su sonrisa más brillante que el brillo de las camisetas de sus compañeros cuando les da el sol, dijo que su gol fue tan calmante que debería estar en anuncios de infusiones relax. «Esto compensa el gol que no me contaron el otro día», afirmó con aires de filósofo de fútbol. Y sobre su compañero Lamine, ¡uf! Ha dicho que ha hecho un ‘temporadón’… ¡lo mismo va a ser el próximo chico de las portadas de videojuegos!
En los vestuarios, Fermín insiste en que no estaban molestando a nadie y la celebración fue tan discreta que hasta las paredes mantuvieron el secreto. «Estábamos celebrando la liga como quien se esconde para comer chocolate a media noche. ¡Vivimos nuestro sueño y no hay cansancio que nos detenga!», confesó. Y vamos, si celebrar títulos fuera un deporte, Fermín ya sería un campeón mundial.