Detenciones en el jolgorio culé…
En el vibrante teatro de las celebraciones barcelonistas, dos entusiastas del jolgorio decidieron que eso de lanzar objetos era la nueva moda olímpica. Ahí estaban, cual lanzadores profesionales, disputándole un oro imaginario al mismísimo Usain Bolt, pero con menos éxito y más esposas al final. Todo ocurrió en ese mágico momento de la madrugada donde la euforia futbolística se transforma en coreografías dignas de un videoclip de los años 80.
Los fanáticos se reunieron en su escenario favorito, la Rambla de Canaletas, para festejar como si hubieran encontrado una fuente infinita de croquetas gratis. Moviéndose al ritmo de una sinfonía de cláxones desafinados, la celebración era tal que uno esperaba ver a un Messi holográfico bailando flamenco en los tejados. Pero fue Koundé, con un gol en el último suspiro, quien puso el broche de oro al partido, dejando al Madrid con cara de no haber llegado aún al concierto.
Sin embargo, todo lo que empieza como un musical de Broadway puede acabar en un episodio de comedia situacional. Cuando el reloj marcó las 4:30 y las celebraciones alcanzaron un pico tan alto como el peinado de Neymar en sus mejores días, alguien decidió que también sería divertido practicar tiro al blanco con los policías. Al final, los lanzadores fueron llevados por los Mossos, apuntando hacia la realidad que, en Barcelona, ni siquiera las fiestas son un deporte libre de riesgos y sin tarjetas rojas.