El Mago Alemán y su Bola de Cristal…

En el vestuario del Barça, la tristeza reinaba más que el queso en una fondue suiza. Todo transcurría en plan película triste, pero ahí llegó Hansi Flick, sacando su varita mágica y diciendo: «Chicos, a la Champions le quedan pocas alegrías sin nosotros, ¡volveremos!». Las caras largas se alargaron un poco menos, y los jóvenes se colgaron sus mochilas llenas de esperanzas y unicornios voladores, mientras los veteranos recordaron que una vez ganaron al tiempo en la peluquería.

El Inter de Milán fue como ese monstruo final del videojuego que siempre aparece justo cuando estás sin vidas. Metieron un 4-3 en prórroga que dejó al Barça fuera de la gran fiesta en Múnich. Flick, que creía en sus chicos como en el poder de su champú fortalecedor, siguió con el discurso: «Estoy tan orgulloso de vosotros como un oso panda de bambú, así que recuperad los ánimos, ¡que el Clásico nos espera más juntos que nunca!».

Con el Clásico pisándoles los talones, el Barça tendrá que remontar como en una serie de anime, porque el Real Madrid está a cuatro puntos y quedan cuatro jornadas. Flick, con más planes que el Doctor Chiflado, llevará a sus hombres por el camino del «podemos hacerlo». Descansan el miércoles, pero el jueves ya estarán armados y listos para encarar el universo y, si todo falla, siempre podrán recurrir a los superpoderes ocultos del Fridays’s pizza party para motivarlos.