La extravagante fórmula de Flick en Mallorca…
Si alguien puede ser considerado el jardinero del año, ese es Flick, el hombre que hasta con las patatas cortadas en rodajas es capaz de hacer una flor. Y es que lo suyo no es suerte, amigos, es sabiduría teutónica mezclada con una pizca de picardía española. Cuando todos esperaban que pusiera a los de siempre, él tiró por la ventana los libros de estrategia y metió en el campo a los que suelen calentar el banquillo de pura costumbre.
Imaginaos el show: antes del partido soltó un rapapolvo de esos que harían que las cornisas del estadio temblasen. ¡Y va el tío y les pone a jugar contra el Mallorca! ¡Toma ya! Era un jaque mate o el caos en persona. Pero ¿qué pasó? Nada de revolución en el vestuario, ni debacle en el campo. Los suplentes salieron y jugaron como si les hubieran prometido un año entero de siestas bajo el sol mallorquín a cambio de meterle goles al rival.
Así que Flick no solo sacó tres puntos, sino una ovación merecida. Esto, sin duda, nos enseñó que su secreto es más poderoso que el elixir de la eterna juventud. Los titulares descansaron, los suplentes brillaron y ahora su escuadra es una auténtica piña tropical. Así que, ¿flor? No, señor. Es pura alquimia futbolera.