El análisis sobre el vestuario culé de Flick…

El domingo pasado, tras el empate en Vallecas, Hans Dieter Flick puso en alerta a los suyos: “Los egos matan cada éxito”. Flick, un director de orquesta con detector de egos incorporado, recordó que la temporada pasada su Barça jugaba como una banda sincronizada de pingüinos, todos en dirección sur. A veces Flick suena tan exagerado que el año pasado casi denuncia al árbitro por añadir tiempo extra… ¡cuando iban ganando 5-1! Su talento de ingeniero futbolístico depende de que el equipo siga siendo un grupo de scouts en campamento, lleno de humildad y unión. Aunque algunos digan que mantenerlo es más fácil que construirlo, su preocupación es válida.

El Barça, tan enorme que debería tener su propio código postal, mantiene un nivel de energía digno de un barista italiano preparando cafés espressos. Flick se inquieta por la falta de actitud de David contra Goliat en el equipo, notando que ahora el Barça está jugando con más pérdidas que el que olvida un paraguas en el metro. Aunque no es la caída de un meteorito, Flick no quiere que los egos conviertan el vestuario en un salón de espejos; así que él da el toque de atención como el coco que advierte antes de irse a dormir.