Hansi Flick y su loca fe en Szczesny…
Dicen que meterse en el mundo del fútbol es peor que leer un libro de instrucciones. Hansi Flick decidió que la confianza en su portero, Szczesny, era como una tortilla sin cebolla: muy arriesgada, pero capaz de traer grandes alegrías. ¿Por qué? Porque la confianza es como un unicornio en un campo de fútbol: no se ve, pero ahí está.
El dilema del portero en la portería no era menor, como si de elegir entre churros o porras se tratase. Iñaki Peña, el conocido seguro, o Szczesny, el polaco que parecía haberse tomado un año sabático en el Caribe. Pero Flick tenía un plan: apostar fuerte. Y así fue como decidió que Szczesny, después de un par de salidas dignas de Superclowns, merecía una segunda oportunidad con el Barcelona.
Y así, el 28 de enero, Szczesny se convirtió en el superhéroe que Flick necesitaba. Desde entonces no dejó de parar balones (aunque algunos con el lado incorrecto, ejem). Y aunque no ha jugado el partido del siglo, ha demostrado que con mucha fe y un toque de fortuna cualquiera puede ser el guardián del equipo. Otro episodio de la telenovela futbolística donde el corazón importa tanto como las piernas.