Entre evasivas y pañales, las aventuras continúan…
Cuando Deco llegó al club, decidió ponerse la capa de superhéroe de los contratos y se lanzó a la misión imposible de renovar a todos los cracks del equipo. Lamine, Gavi, Cubarsí, hasta Fermín le firmaron una camiseta. Pero entonces llegó ‘Frenkielillo’, quien parece haber tomado clases con Houdini, desapareciendo de las reuniones cada vez que le mencionaban renovar. El club, con la estrategia del «no más aumento de sueldo, lo siento compadre», no ha logrado encandilar al neerlandés que ama su sueldo tanto como uno ama unas vacaciones en la playa.
El final de temporada fue como un espejismo en el desierto para De Jong. Al final, el equipo se puso las pilas y el Barcelona empezó a parecer un escape room donde los títulos estaban a la vista. De Jong, entre pañales y biberones por su nuevo retoño, decidió que lo mejor era quedarse mientras el club cambiaba como un camaleón en juerga. Su corazón le pedía quedarse, mientras que su agente Ali Dursun decidió que el club no era su amigo en Facebook.
De Jong, al parecer, está más perdido que el GPS de un turista en Madrid. Con el agente envuelto en dramas telenoveleros y un club esperando para cantar sus glorias, Frenkie aún está buscando al valiente que lo guíe en sus aventuras de renovación. En todo este lío, hay un estrellita esperanzada: si reduce su generoso paquetón de 22 millones, el Barçalandia podría abrir las puertas a nuevos fichajes como Luis Díaz. ¡Vamos, Frenkie, ponle pilas al asunto que el club tiene sed de fichar!