Drama y comedia en el Barça-Celta…
¡Ay, amigos del fútbol, el arte de regalar Ligas! El Barcelona llegó con más dudas que un examen sorpresa un lunes por la mañana. Tras dejarse la cabeza en Dortmund y recibir un autogol de regalo en Butarque, se preguntaban si les subió la fiebre. ¡Pero no! Fueron los errores dignos de aspirantes al Premio Darwin los que marcaron la noche. Szczesny demostró su lado humano, pareciendo más un equilibrista fallando un triple salto mortal. De Jong e Íñigo también querían colaborar en este despropósito, y Borja, encantado, agradecía cada detalle con goles.
Cuando el partido parecía más perdido que un GPS sin batería, el Barça resucitó como si hubieran visto aparecer una montaña de churros con chocolate después de una noche de fiesta. ¡Olmo y Lamine Yamal fueron como una chispa en un turborreactor! Raphinha, transformado en una mezcla de Messi y Neymar, hizo que los vigueses se sintieran observados por la mismísima CIA. De un 1-3 a una remontada épica que dejó a Madrid con una ceja levantada como un villano de peli mala.
Ah, pero la novela no acaba aquí. La dirección del Barça, expertos en guiños y enfrentamientos casi telenovelescos con LaLiga, se quejaron del horario del partido. Ferran Torres, el valenciano que tiene más entradas al gol que un buffet libre, no se quedó atrás y anotó su décimo gol cual depredador saciado. Szczesny, en su particular vía crucis, hasta echó una mano en varias ocasiones tras su traspiés, asegurando que Borja Iglesias no fuera el título de una tragedia griega. Menudo espectáculo de película doble.